Con el fin de cumplir con la norma y evitar incurrir en costos, varias empresas hacen las clasificaciones de sus productos químicos “al ojo”. De acuerdo a la experiencia que tienen con el manejo del producto realizan clasificaciones sin tener como base ninguna información teórica ni mediciones confiables. Algunas personas creen que solo con que el producto tenga un pictograma según el sistema globalmente armonizado ya hace que el producto esté cumpliendo con la norma.
Estas clasificaciones al ojo se enfocan principalmente en los peligros físicos, los cuales son los más fáciles de identificar. El problema viene con la clasificación de los peligros a la salud, ya que con solo la experiencia no es posible determinar si una sustancia puede ser cancerígena, y mucho menos se puede estimar el impacto ambiental. El problema obvio de este tipo de clasificaciones es que se le está dando al cliente información errónea sobre el producto químico que se le está vendiendo. Siempre hay que tener en cuenta que los clientes utilizan la información de estas clasificaciones para poder identificar el peligro de usar el producto o sustancia química e implementar controles adecuados de acuerdo al riesgo estimado. Si no se tiene correctamente identificado el peligro es imposible implementar algún tipo de control. El proceso correcto de clasificación de un producto químico junto con la elaboración de la ficha de datos de seguridad debe verse como una inversión y no como un costo. Se le está dado un valor agregado al producto químico al darle una información valiosa al cliente, y entre más útil sea esta información, mejor imagen dará la empresa.
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AutorDiego Reyes Jiménez MSc. PMP Archivos
Mayo 2022
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